Comentario
En el arte visigodo es habitual el contraste entre muros lisos y bandas decorativas. Para este propósito es suficiente en la mayoría de los casos recurrir a líneas diagonales paralelas que dan la impresión de un trenzado de cuerda, como las que se ven en San Fructuoso de Montelios, en Santa Comba de Bande y en los marcos de arcos o círculos de Mérida, Toledo o San Pedro de la Nave. El sogueado puede adoptarse por simplificación de los tallos con hojitas bizantinos, pero también es siempre un recuerdo de la construcción de mobiliario y de edificios de madera, que debía resultar familiar y apreciado por el gusto visigodo.
Los temas más extendidos y frecuentes son las combinaciones de círculos, ya sobremontados como las peltas clásicas, o enlazados en filas secantes para crear flores de cuatro pétalos; los primeros se dan en nichos y celosías, mientras que los segundos se adaptan a frisos, impostas o cimacios; pueden emplearse también en el relleno de placas o superficies más amplias, en unión de reticulados, aspas y otras combinaciones geométricas elementales.
La participación de temas vegetales en los frisos de tipo geométrico se manifiesta por el uso de rosetas, lises o racimos rellenando huecos, siempre con sentido más ornamental que orgánico; en las mismas bandas se pueden encontrar crismones y cruces de formas diversas. Las secuencias de círculos son abundantes y se extienden por todos los lugares con manifestaciones de arte visigodo; dentro de ellas, la serie más extensa es la del friso inferior de San Pedro de la Nave, correspondiente a la primera fase de construcción.
El análisis minucioso de los frisos geométricos de San Pedro de la Nave, permite deducir que este tipo de ornamentación posee también un sentido simbólico y que cuenta con raíces formales en el mismo cristianismo bizantino y oriental que se observa tras los temas vegetales o figurados, pero sólo su extensión y la posibilidad de vincularlo con las distintas partes del edificio permite profundizar en el verdadero sentido abstracto de unos temas aparentemente inconsecuentes. El profesor Schlunk advirtió ya que los capiteles de impostas que soportan el arco toral de esta iglesia eran la esquematización de modelos bizantinos y no una simple evolución de los arquillos y lengüetas de las estelas célticas; además, en los cimacios superiores, que enlazan con el resto de la banda geométrica decorada, los que parecen a primera vista tallos vegetales, son en realidad cuerpos de serpientes, que simbolizan en su marcha desde el interior de la capilla, al mal expulsado del Paraíso; también responden a una intención simbólica las cruces agrupadas en el testero oriental de la capilla, detrás del altar y las que ocupan los puntos extremos de cada friso y las impostas de los pórticos, con la función apotropaica de alejamiento de las tentaciones y de triunfo sobre el demonio, que consigna insistentemente en sus escritos san Valerio; como prueba de que esta abstracción simbólica es intencionada y dictada en el momento de la realización, se observa que otros dos bloques en los que figura el tema de la expulsión de la serpiente están colocados invertidos y uno con los cuerpos transformados en sogueados, ya que corresponden a la remodelación efectuada en la segunda fase de obras de la iglesia y los nuevos artífices traían un nuevo programa en el que ya no interesaba colocar en su sitio correcto estas piezas, que debían haber ocupado quizás las impostas del pórtico occidental.